Edición 159 Año 15; Chihuahua, Chih. México Fundador: Javier Salinas †, Gerente General: C.P. Irene Quintana
Porqué foca deberÃÂa ser un piropo en vez de un insulto
Lo de recurrir a la comparación con caracteres distintivos de diferentes especies de animales para definir a nuestros congéneres es algo muy humano. A veces lo hacemos con fundamento, otras basándonos en leyendas y habladurÃÂas. Virtudes y defectos del prójimo se han ilustrado con amplias y variadas referencias al mundo animal.
Como somos poco de elogiar, la memoria de elefante o la vista de águila son recursos moderadamente utilizados. Por el contrario, las estadÃÂsticas de nuestros usos lingüÃÂsticos se desbordan en parangones cuando se trata de resaltar los defectos ajenos. Durante la infancia, cuando aún no tenemos domado el insultador que llevamos dentro, llenamos las aulas de topos, ranas o elefantes según el desafortunado compañero destaque por el excesivo desarrollo de sus dientes, ojos o pabellones auriculares, respectivamente.
No obstante, el rey de los insultos es el de foca (muy frecuentemente mantenido y potenciado en el estado adulto). La mala alimentación y el sedentarismo de las últimas generaciones han hecho que se recurra a este calificativo más de lo que por azar cabrÃÂa esperar. Pero, si las lenguas malintencionadas supiesen del éxito evolutivo que supone el diseño biológico de una foca, quizás no lo utilizarÃÂan tan alegremente como arma (verbal) arrojadiza.
La morfologÃÂa de una foca es un triunfo absoluto para la vida en ambientes polares ya que en su arquitectura biológica coinciden tres atributos que, si bien podrÃÂan parecer el mismo, no lo son. Las focas son gordas, las focas son grandes y las focas están redonditas: Tienen todas las papeletas para comerse el mundo, cuando se trata de un mundo gélido.
Publicado el día MARTES 13/Octubre/2020